Siempre fui resultadista.
Evaluaba mis logros desde el resultado final y no desde el camino que recorrí hasta el mismo.
Me detenía en lo concreto, lo que se materializaba y no así lo que quedaba en mí como aprendizaje, como experiencia.
De digestión lenta en la vida, me tomo mis tiempos para hacer carne lo aprendido, para capitalizar en experiencia lo vivido, pero ya no más.
Comencé a medir mis logros desde otro lugar, descubrí cuanto orgullo me puede dar simplemente hacer lo que en el respeto por mi misma me debo. Esto me lleva a observar que pase lo que pase, al tomar la decisión, fui fiel y me respete por sobre todas las cosas.
Cuantas veces no dije "NO", por temor a la reacción del otro; cuantas veces me quede con lo que "tenía" por la duda de quedarme con nada.
La plenitud, el orgullo, el éxito pasan por otro lugar que no se encuentra en los resultados, sino por vivir el "esta soy, esto valgo y quien no lo entienda así, que no se quede cerca"
1 comentario:
Muy bien! Yo estoy al ladito.
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